Por: Jorge Liévano
En un miércoles que prometía ser rutinario, la Alcaldía de Bucaramanga se convirtió en escenario de una curiosa paradoja social y política. A las 11:00 de la mañana, los transeúntes fueron testigos de dos eventos contrastantes que, aunque independientes entre sí, compartían un escenario común: las escalinatas del Palacio Municipal.
Por un lado, un grupo de ciudadanos, liderados por representantes comunitarios, protestaba enérgicamente contra el aumento del Impuesto Predial. Los manifestantes, portando pancartas y gritando consignas como “¡Abajo el alza de los impuestos!”, expresaron su descontento por los incrementos que, según ellos, alcanzan entre el 60% y el 100% en algunos casos, superando el límite normativo del 50% permitido anualmente. En la emisión de “Ultimas Noticias Radio” muy temprano el Secretario de Hacienda, había explicado que la liquidación correspondía a la actualización del 2019 y que en ningún caso superaba el tope de ley. Así mismo afirmó, que el concejo de la ciudad, ya estaba citado a extras para estudiar los alivios tributarios.
Por el otro lado de la entrada, un grupo de soldados del Ejército Nacional amenizaba la mañana con música carranga, invitando a los bumangueses a solidarizarse con las víctimas del desplazamiento en el Catatumbo. Con afiches y una campaña de recolección de alimentos, ropa y artículos de aseo, el llamado humanitario buscaba movilizar corazones y manos generosas en favor de quienes lo han perdido todo debido a la violencia en esta región del país.
El contraste no podía ser más evidente: mientras que un grupo reclamaba justicia tributaria, otro pedía compasión y solidaridad. Como si no bastara con la ironía del momento, el secretario de Hacienda del municipio intentó bajar a dialogar con los manifestantes, pero la algarabía y la emoción del ambiente lo obligaron a regresar sin haber sido escuchado.
Este inusual cruce de agendas refleja la complejidad de las realidades que confluyen en una ciudad como Bucaramanga. Por un lado, la carga fiscal que afecta a los contribuyentes; por el otro, la necesidad de tender una mano a los más vulnerables. Ambos eventos, aunque separados en intención, son un recordatorio de las tensiones y contradicciones que persisten en la vida cotidiana de los ciudadanos.